Los procesos costeros peligrosos dependen de cuatro componentes básicos: el viento, el oleaje, la inundación y la erosión. Nos interesa sobre todo la erosión que es el componente más relacionado con la geomorfología, mientras que los otros tres tienen como utilidad apoyar en la evaluación de la erosión, debido a su relación directa con ella.
Los acantilados rocosos se erosionan bajo la acción del oleaje y retroceden al derrumbarse sus paredes. La velocidad del retroceso es extremadamente variable, desde imperceptible hasta 30 cm/año, dependiendo del proceso erosivo, del tipo de roca y de su grado de intemperismo. La situación de mayor riesgo es cuando un movimiento gravitacional se asocia con el retroceso y amenaza de derrumbar a toda infraestructura de vivienda, industrial y de carretera, situada a proximidad del borde inestable.
La dinámica general de una playa se caracteriza por la alternancia de la acumulación de detritos y la erosión de estos por el oleaje, según un ritmo muy variable, desde diario hasta estacional. Su forma y los sedimentos que la constituyen dependen en gran parte del tipo de costa abrasiva, acumulativa o mixta y del lugar de formación: playa alargada de mar abierto, playa de bahía, de ensenada o de caleta.
Las playas más peligrosas se encuentran en zonas con geodinámica activa debido a la neotectónica, a la sismicidad y a la subsidencia; condiciones geológico-estructurales que favorecen la inestabilidad; fuerte sedimentación fluvial en desembocaduras y litoral; y elevada energía meteorológico-marina. Los procesos erosivos llevan a un retroceso de la línea de costa, lo cual pone en peligro a las construcciones situadas en la parte más alta de la playa y conduce a un deterioro del aspecto estético de la misma.
Los acantilados rocosos se erosionan bajo la acción del oleaje y retroceden al derrumbarse sus paredes. La velocidad del retroceso es extremadamente variable, desde imperceptible hasta 30 cm/año, dependiendo del proceso erosivo, del tipo de roca y de su grado de intemperismo. La situación de mayor riesgo es cuando un movimiento gravitacional se asocia con el retroceso y amenaza de derrumbar a toda infraestructura de vivienda, industrial y de carretera, situada a proximidad del borde inestable.
La dinámica general de una playa se caracteriza por la alternancia de la acumulación de detritos y la erosión de estos por el oleaje, según un ritmo muy variable, desde diario hasta estacional. Su forma y los sedimentos que la constituyen dependen en gran parte del tipo de costa abrasiva, acumulativa o mixta y del lugar de formación: playa alargada de mar abierto, playa de bahía, de ensenada o de caleta.
Las playas más peligrosas se encuentran en zonas con geodinámica activa debido a la neotectónica, a la sismicidad y a la subsidencia; condiciones geológico-estructurales que favorecen la inestabilidad; fuerte sedimentación fluvial en desembocaduras y litoral; y elevada energía meteorológico-marina. Los procesos erosivos llevan a un retroceso de la línea de costa, lo cual pone en peligro a las construcciones situadas en la parte más alta de la playa y conduce a un deterioro del aspecto estético de la misma.
La erosión costera es un problema tanto de corto plazo, relacionado con la incidencia de las tormentas, como de largo plazo, resultando de la exportación de sedimentos, de la elevación del nivel del mar, del incremento de las tempestades o de una combinación de estos. Es un proceso perturbador de magnitud baja a moderada, de frecuencia moderada a alta, de larga duración, de extensión grande, de baja velocidad inicial, de dispersión espacial difusa y período de retorno regular. Los peligros erosivos relacionados con eventos de gran magnitud como son las tormentas, están más confinados en cuanto a área y duración, porque la predicción a corto plazo de estos eventos meteorológicos es bastante precisa, y su velocidad inicial es relativamente baja.
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